Caminos de ripio, en ocasiones muy sinuosos; en otras, húmedos, inundados. Entre cerros, entre pastizales, debajo del sol o del viento inclemente que sopla por encima del enorme e inabarcable territorio de la República Argentina. Zonas rurales que suelen estar muy aisladas de las grandes urbes.
En estos entornos viven pequeñas comunidades que, en ocasiones, no tienen satisfechas todas las necesidades básicas (higiene, infraestructura, servicios, entre otros). En general, carecen de conexión con la red de energía eléctrica y de gas, lo que hace que estas comunidades sean consideradas “energéticamente vulnerables”. Pero hay cuatro de ellas, ubicadas en las provincias de Corrientes, Salta, Jujuy y Córdoba que este año fueron beneficiadas y comenzaron a mejorar sus condiciones de vida. La llegada del acero, para darle uso a la biomasa, tuvo mucho que ver.
El potencial de la biomasa
La matriz energética argentina está conformada, en su gran mayoría, por combustibles fósiles; situación que representa tanto un desafío como una oportunidad para el desarrollo de las energías renovables. La gran disponibilidad de este tipo de recursos en todo el territorio del país es una alternativa eficaz en la transición hacia energías renovables.
En 2015, Argentina promulgó la Ley 27.191 ––modificando a la Ley 26.190– para fomentar la participación de este tipo de fuentes hasta que alcancen un 20% del consumo de energía eléctrica nacional en 2025, dándole una especial importancia a la biomasa. Esta es una de las fuentes de energía renovable más confiables, tanto por sus condiciones agroecológicas, como por las ventajas comparativas y competitivas de su sector agroindustrial; es constante y se puede almacenar, lo que facilita la generación de energía térmica y eléctrica.
En 2012 se creó el proyecto para la promoción de la energía derivada de biomasa, con el objetivo de incrementar la producción de energía térmica y eléctrica de este origen a nivel local, provincial y nacional con el objetivo de asegurar un creciente suministro de energía limpia, confiable y competitiva. A la vez, también para abrir nuevas oportunidades agroforestales, estimular el desarrollo regional y contribuir a mitigar el cambio climático.
Acero para Hacer: calefactores Ñuke
Acero para Hacer: calefactores Ñuke
Mejor salud, confort y calidad de vida
Con esta iniciativa en marcha, de entre 50 comunidades enérgicamente vulnerables de todo el país, fueron seleccionadas cuatro: Paraje Yahaveré, en Corrientes; Cerro Negro del Tirao, en Salta; Santa Bárbara, en Jujuy; y Paraje Pinto, en Córdoba.
Sus pobladores recibieron equipos de uso eficiente de leña para la cocción de alimentos, calentamiento de agua de uso sanitario y calefacción de viviendas y escuelas. La empresa adjudicataria de la licitación, Ñuke, proveyó 82 equipos.
La entrega de equipos multifunción se complementó con capacitaciones para un uso seguro y eficiente, al tiempo en que se previeron seguimientos en el funcionamiento y mantenimiento adecuado. Estos equipos implican una mejora en la salud, el confort y la calidad de vida, además de que resuelven las necesidades de energía térmica.
La iniciativa promovió el uso eficiente de la biomasa, el arraigo de los pobladores y demuestra la sostenibilidad y replicabilidad de la experiencia en otras comunidades con necesidades energéticas similares. En los artefactos entregados hay acero de altísima calidad fabricado por Ternium, que permite el perfecto funcionamiento y su infinita reciclabilidad.
Con el apoyo de Propymes
"Nos enorgullece haber participado de esta iniciativa que cuenta con la asistencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), habiendo facilitado nuestros productos a comunidades energéticamente vulnerables para que mejoren su calidad de vida", afirmó Marcos Dartiguelongue, director de Ñuke.
"Hace un año Ñuke se acercó con esta propuesta de ayudar a las comunidades energéticamente vulnerables y los acompañamos porque nos pareció que engloba todo el accionar de ProPymes”, aseguró Ezequiel Tavernelli, director del programa ProPymes de Ternium, que en Argentina lleva 17 años de trabajo continuo con más de 900 pymes, entre proveedores y clientes.
Los artefactos de Ñuke parten de un acero laminado en caliente cortado en hojas, de altísima calidad y que permite tanto su perfecto funcionamiento como una infinita reciclabilidad. “Pero nuestro servicio como usina no termina con la entrega en la planta del cliente: ProPymes también trabaja en su productividad, para que pueda competir con cualquier otro fabricante del mundo y que pueda hacer un producto de calidad internacional. Trabajamos en su forma de producir, con asistencia en la planta. Si necesita una certificación, lo acompañamos. Si necesita ayuda para que un producto suyo ingrese a un mercado que no accede –en el caso de Ñuke, a Estados Unidos– también los acompañamos con éxito, acercando nuestros contactos, ofreciendo nuestras oficinas. Les brindamos ayuda para que pueda hacer algo mejor o algo más”, sintetizó Tavernelli.
Respecto al caso puntual de Ñuke, lo que atrajo la atención de Ternium fue la pasión que le imprimieron al intento de llegar a estas comunidades: “Su accionar reflejó los valores de ProPymes como programa de ayuda a la cadena de valor y también nos permitió acercar nuestro producto a las comunidades. Vimos con qué pasión se hicieron esos viajes a lugares de muy difícil acceso, con viajes de más de una hora de carreta, tractor, o mula. Se acercó el producto de nuestro cliente y de la mano llegó nuestro programa. Además nos permitió mostrar al acero como un producto sustentable que está en contacto con nosotros diariamente y que logra mejorar nuestra calidad de vida”, concluyó Tavernelli.